Los ataques se suceden casi a diario en las provincias del sur, pese al despliegue de 31.000 agentes de las fuerzas de seguridad y a la declaración del estado de excepción. Los insurgentes denuncian la discriminación que sufren por parte de la mayoría budista del país y exigen la creación de un Estado islámico que integre estas tres provincias, que configuraron el antiguo sultanato de Pattani, anexionado por Tailandia hace un siglo.
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