Una voz cálida y amable al otro lado del teléfono solicitaba aportes para la fundación “Pide un deseo”, que supuestamente buscaba convertir en realidad las aspiraciones de niños que están en situación terminal. La persona dispuesta a hacer un donativo ni siquiera tenía que moverse de su casa, pues a domicilio pasaba alguien a retirar el cheque con la generosa ayuda.
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