Para el martes a la mañana, entre diez mil y quince mil personas -la mayoría granjeros- estaban protestando en las calles, arrojando piedras y otros objetos a la policia armada, que se desplegaba para detenerlos. La policia arrojo gases lacrimogenos a la multitud. Algunos de los manifestantes voltearon autos y les prendieron fuego, en lo que sería una de las mayores protestas que la provincia ha visto en años. Esta refleja el enojo por las casas demolidas, la malversación de las ayudas por el terremoto, y la golpiza policial.
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