En un país en el que cualquier futbolista de medio pelo o alguna peluquera vilipendiada en su luna de miel con aires de tertuliana cotizan mucho más que la gran mayoría de los investigadores, la motivación, situación laboral y futuro profesional de éstos debería constituir un debate nacional, con casi tantas horas de televisión como las que se dedica al fútbol o a la vida de los pseudofamosos convertidos en materia prima televisiva y de las revistas.[CyP]
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