Ligar es una experiencia horrible. Todo está mal. Básicamente y si seguimos el método tradicional, tienes que emborracharte con el objetivo de reunir el suficiente valor como para dirigirle la palabra a una desconocida que probablemente sólo quiere que te calles y que te vayas a esa esquina de ahí, sí, la de la otra punta del bar. ¿Y todo para qué?[…] La ventaja de vivir en un mundo de apariencias es que no hay por qué hacer nada, siempre y cuando los demás crean que lo hacemos. Es decir, no es necesario salir a ligar.
|
etiquetas: ligar , apariencias , gq , jaime rubio