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Consejos, por favor

En fin, esto va para largo, pero prometo que lo voy a intentar resumir lo máximo posible. La situación es la siguiente: estuve con una chica 3 años, lo hemos dejado y me fui de casa hace tres semanas, pero está embarazada. Nada de adolescencia loca ni nada, yo tengo 30 años y ella la semana que viene cumplirá 33. Ahora os explico el panorama al completo.

Empezamos una relación abierta, supongo que más o menos todos sabréis en que consiste, pero a grandes rasgos ella podía hacer lo que quisiese con quien quisiese y yo también. Esto fue hablado y ella hizo lo que hizo y yo hice lo que hice. Cuando decidimos cerrar la relación, al cabo de un tiempo descubrió que estuve con unas cuantas personas y que me fui de viaje con una chica con quien estaba y unos amigos. Ella sabía que estaba con esa chica, pero cuando me pregunto con quién fui al viaje le dije que con unos amigos simplemente, por dos motivos:

1.     No sentí la obligación de decirle que una de las chicas iba a estar

2.     Tiendo a evitar el conflicto en la medida de lo posible y me pareció, teniendo una relación abierta, que la posibilidad que fuese con alguien más ya estaba dentro del plan y no había necesidad de decirlo.

A parte que ella también hacia sus cosas, repito, y yo nunca le puse un problema, solo ella a mí. En fin, cuando lo descubrió tuvimos nuestra gran discusión, lo arreglamos y seguimos adelante. Pero empezó a desconfiar de mí y me miraba el móvil. Sé que no se hace, pero no me importaba porque pensaba que así se daría cuenta que no le ponía los cuernos, porque no lo hacía. El problema vino cuando leía conversaciones que tenía con otras chicas, a saber:

1.     Mi ex de 10 años antes

2.     Mi ex más reciente

3.     Dos amigas con las que pasó algo mientras teníamos una relación abierta

Esto le hizo desconfiar sobremanera de mí y al principio me pidió que dejase de escribirme con ellas, cosa que no acepté. Cada vez que alguien de ellas me hablaba se ponía hecha una bestia, tanto que al final pensé que, si eso era el amor, pues bueno, hacía el sacrificio por ella a ver si así se daba cuenta que solo la quería a ella y al final me sentí obligado a dejar de hablar con ellas. A mi ex más reciente le llegue a escribir: “No quiero que me vuelvas a hablar en tu vida”. Me costó aceptarlo, pero me convencí a mí mismo de que eso era “lo que se debía hacer cuando se quiere a alguien”.

Más tarde en la relación, una chica con la que nunca ha pasado nada me escribió y, cuando pensaba que ya no me miraba más el móvil, me equivoqué. Aun lo hacía y cuando vio que esta chica me escribió, me levanto la mano con la plancha del pelo en ella, le dije: “a mí ni se te ocurra levantarme la mano otra vez” y empecé a coger mis cosas para irme a trabajar. Cuando estaba a punto de salir de casa vino hacia mí, me gritó y me empujó contra la pared. Ese día me fui a trabajar llorando, cuando volví me pidió perdón, le dije que no me parecía justo que hiciera eso, y me dijo que ella me perdonaba por haber hecho lo que había hecho, pero que eso no quitaba que “tus amiguitas te escriban con caritas sonrientes como si fueran tus fans”. Acepte su perdón, aun no se demasiado bien por qué.

Después vino una época de casi depresión (ya la he pasado una vez y reconozco fácilmente cuando estoy al límite otra vez), poquísima confianza en mí mismo, miedo hacia mi pareja y seguridad en la toma de decisiones, teniendo que preguntar siempre a alguien más que debería hacer en cada una de las decisiones a tomar en mi vida. Si a mi gran habilidad de evitar los conflictos le sumas el miedo, lo que te sale es una persona que hace todo lo que su pareja le dice. Y eso es lo que he hecho por más de un año. Después vino Navidad 2017 y el día 24 de diciembre, en mi casa, con mi familia, después de 6 meses sin verlos (vivo fuera del país por trabajo) y antes de la cena que tanto ansiaba, me envió un whatsapp que decía lo siguiente:

“Mira, yo no te siento parte de mí. Tu familia no es mi familia y tus amigos no son mis amigos, hemos llegado demasiado lejos y no sé cómo volver atrás, si no te has dado cuenta de esto no me lo explico”.

Apague el móvil hasta el día 26. Yo tenía que ir a su casa el 28, pero no cogí el avión, porque fue cuando decidí que el vaso estaba demasiado lleno. Así que no fui, nos vimos el día dos de enero, y cuando le dije que no quería estar con ella, que era una manipuladora y que no quería hijos, me dijo que estaba embarazada. Discutimos mucho, cosa que entiendo. El día siguiente decidí irme definitivamente de casa, fui a decírselo a la cara y cuando entré en la habitación para coger mi maleta, me encerró en la habitación con llave por fuera, sin dejarme salir. Fueron los 3 o 4 minutos más angustiosos de mi vida. Llama a mis padres, les pregunta si les parece normal que me comporte así, me deja salir, veo que mi cartera con la documentación y las llaves de casa han desaparecido de manera que no me puedo ir. Mis padres están en shock y no saben cómo actuar dado que están a más de 3.000km de distancia. Al final me saca la cartera y las llaves y me voy. Me siento libre, muy libre. “Por fin soy libre”, pienso.

La dejo, hasta tres veces, pero no lo acepta. A partir de ahí la relación es muy hostil y tensa. Hasta el punto que me saca todas las cosas de mi casa y las deja en el pasillo, me dice que tengo 30 minutos para ir a recogerlo. Llamo a un amigo que viene con el coche a ayudarme, subo, ve a mi amigo, decide que eso no se hace con los amigos, que tenga el valor de venir solo, de repente me encuentro con la maleta encerrada en la habitación y que no la puedo coger, pero decido irme con mis libros. Libros que por la situación me caen al suelo antes de entrar al ascensor. Cojo los que puedo y entro, ella sostiene la puerta y empieza a lanzar los libros dentro del ascensor, que es de un metro cuadrado, con yo dentro, algunos me dan en las piernas, otros no. Coge una foto nuestra que está en un cuadro. Empieza a darle puñetazos delante de mí, coge el cuadro y empieza a estamparlo contra la pared del ascensor, cada vez más fuerte. Yo solo quiero irme de ahí, pero cubro mi cuerpo con mis puños y brazos como puedo, sin tocarla, simplemente me cubro. Me dice: “¿qué haces con los brazos así? ¿Tienes miedo? Tienes miedo, ¿eh? Vete de aquí, me das asco, eres la desilusión más grande de mi vida”.

Decido desaparecer por unos días, me quedo en casa de unos amigos, donde estoy por el momento. Hablamos a días, la situación parece haberse calmado un poco. Me propone de ir a un terapeuta. Acepto, por el bebé. Y hemos ido este miércoles. Yo he dado mi versión, ella la suya. Yo en 15 minutos no he podido contarlo todo, ni mucho menos como me siento ni cuáles son mis sentimientos. La conclusión del terapeuta es:  “What I am going to say now is unprofessional but you are the father now, and by being the father you have to provide the mother the best nesting possible. You have to take responsibility for what you did, and you have to be there for her. You have to come back home. Otherwise you are not brave.”

Traduzco: “Lo que voy a decir ahora no es profesional, pero tú eres el padre ahora, y siendo el padre tú tienes que aportar a la madre el mejor nido posible. Tienes que coger la responsabilidad de lo que has hecho, y tienes que estar ahí para ella. Tienes que volver a casa. Sino no estas siendo valiente”.

Estoy acojonado. No sé lo que hacer. No quiero volver a casa. Necesito consejos, o ayuda, ni siquiera sé lo que necesito.

En fin, aunque sea os doy las gracias por leerme y las disculpas por las faltas de ortografía que pueda haber en el texto.