Desde la perspectiva de las matemáticas para las ciencias sociales por una parte, y desde la criminología de cierta relevancia económica por otra, conviene plantear una econometría de la corrupción diferenciando sujetos (activos o pasivos), objetos (con sus correspondientes valores), relaciones (con sus fenomenologías según causas, actos y efectos) y normas de cualquier índole. El corrupcoste no distingue dolo o intención (cohecho impropio entre magnate y político) y culpa (prescripción por falta de atención o de recursos adecuados).
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