La destrucción de la sanidad pública no es por ahorrar. Es intencionada y sus fines son aún peores

A fuerza de leer cosas en esta página y de hablar con gente, desde la gestión al currito de a pie, me he convencido de que la destrucción en curso de la sanidad pública, que no es discutible, creo yo, no se hace por dinero.

No se está ahorrando. No se está escatimando. No al menos en el sentido en que todos entendemos la cicatería presupuestaria para el tema. Lo que está sucediendo es que se mantiene el gasto, e incluso se incrementa, pero reduciendo la eficiencia mediante una serié de tácticas para esterilizar la utilidad de ese dinero.

Esa distinción tan importante es la que me lleva a escribir este artículo, porque no es lo mismo que se trate de ahorrar que lo que se esté haciendo es quemar dinero, a sabiendas de que el servicio empeora.

Los ejemplos son decenas, pero todos parecen enfocados a lo mismo, y eso es lo que resulta sospechoso y hace pensar en una pauta interesada.

-Cuando se sobrecarga al personal sanitario de trabajo administrativo, papeleo y formularios que rellenar, no se está ahorrando dinero. Lo que se está haciendo es obligar a esos trabajadores a dedicar una parte mayor de su tiempo a tareas que no benefician a los enfermos.

-Cuando en algunos servicios se insiste en la ineficiencia de las citas previas, y no recibir a nadie cuando falla una cita o cuando una cita era demasiado breve, no se está ahorrando dinero: se está reduciendo el número de personas atendidas. Pero no hay ahorro alguno.

-Cuando se mete un saco de horas extras a un sanitario, y se le pagan porque se les pagan, en vez de contratar a una persona más, no se está ahorrando dinero. Antes al contrario: a veces se pierde mucho dinero, pero tenemos a una persona quemada, saturada y cansada en vez de a dos profesionales en mejor estado físico y mental. ¿Perop ahorrar? Nada de nada.

Aquí, en todas las autonomías, de todos los signos, hay una jugada orquestada para deteriorar la calidad del servicio, cabrear al usuario, atemorizarlo con las esperas y desviarlo al sector privado. Pero sin que eso suponga ahorro de nuestros impuestos. Se va a que nos atiendan peor y no se ahorre ni un duro.

¿Lo queréis más claro? El MIR de los extracomunitarios. ¿Por qué se forma en el MIR a extracomunitarios y luego se les deniega el permiso de trabajo, porque no consiguen un contrato superior a los 12 meses, que es el mínimo necesario para el permiso? ¿Cómo es posIble que invirtamos en formarlos, y se les dé la patada después de su formación? Eso no es casual. Eso no es ahorro. Eso no es austeridad. Eso es intencionado.

Y como estoy seguro de que aquí hay gente que puede atestiguarlo y comprobarlo mejor que yo, y dar mejores ejemplos, me detengo en este punto.

Por eso, cuando nos peleamos por si se debería dedicar más o menos dinero a la sanidad, creo que estamos cayendo en su trampa. No es problema de dinero. Eso es desviar la cuestión a un debate que nos obligue a enfrentarnos entre nosotros sin llegar a la raíz del problema: la voluntad de empeorar el servicio manteniendo el coste.

Eso es lo tremendo. Eso eso es lo trágico.