Las discotecas se mueren...

Escuchaba en la SER que las discotecas y bares de copas están muy lejos de alcanzar los beneficios de los años 90 y 00...

...y que el auge de las redes sociales, los videojuegos y las aplicaciones para ligar entre las nuevas generaciones están motivando un cambio conductual radical que augura un futuro muy negro para el sector del ocio nocturno.

Es algo que no puedo entender. En las discotecas recibí las lecciones vitales más importantes: ligué con éxito foribundo en aquellos fastuosos templos del amor...

Calculo que me habré llegado a acostar con más de 2500 mujeres, entre supermodelos, profesoras de autoescuela, escritoras, gemelas siamesas, dealers, directoras de cine, madres y hasta una presidenta autonómica.

Tuve profundísimas conversaciones que cambiaron mi sistema de creencias (filosofía, literatura, política, arquitectura, antropología...) y que me ayudaron a descubrir el sentido de la vida y, por supuesto, lo más importante: la música...

Porque si hay algo que descubrí en las discotecas fue la enorme calidad de los DJs de nuestra tierra: desde el tugurio más insignificante hasta la macrodisco más conocida, cada discoteca o local era una oda a la música más disruptiva, transversal y vanguardista.

Estuvieses en un pueblo de Ciudad Real o en Ibiza, te sentías dentro de un océano de tendencias en el que nadar hacia nuevos mundos desconocidos.

Las discotecas en los 90 y 00 eran los ateneos de finales del siglo XX, verdaderos faros que nos guiaban hacia la autorrealización y la felicidad, en la procelosa oscuridad de la postadolescencia.

Cuántas parejas, hoy, felizmente divorciadas, descubrieron el chispazo del verdadero amor en esos entrañables locales. Cuántas batallas resaquiles, verdaderos caminos del autoconocimiento sobre nuestros propios límites físicos.

Cuántas historias que contar en reuniones de reencuentro del instituto, rodeados de calvos y divorciados, para mitigar el desencanto de un presente insustancial, quebradizo y sin objetivos.

Pobres chavales, joder. Lo que se están perdiendo. Menuda mierda de vida les espera.