Sin el “efecto masa” de los hipermercados, uno iría tan campante por la vida, adquiriendo de poco en poco en los comercios del barrio todo lo necesario para su subsistencia. Habría una sana labor de propaganda de los libros de librero a cliente y entre los amigos aficionados a leer, pero estoy convencido de que seríamos un poco más selectivos con la literatura. Hoy en día todo nos viene impuesto por la imagen y la publicidad desbocada, que además no contribuye a que haya más adeptos a lo literario.
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