Tuvo el mérito de, en la posguerra española, en los años más duros del franquismo y su censura, hacer que uno de los personajes más populares del tebeo fuese un vagabundo muerto de hambre. Había salido de la cárcel por su vinculación política como dibujante durante la República y la Guerra Civil y, pese a eso, representó en un personaje infantil la situación en la que vivía la mayor parte del país en una época de privación, limitaciones y hambre. Pero hay una época de Escobar que permanece en el olvido. Son sus obras anteriores al franquismo.
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Supongo que todo el que vivió en la época y se implicó un poco tiene una historia.
El problema es que muchos lectores leen de manera literal. No se llegan a plantear que hay un autor detrás de cada historia que está eligiendo qué contar y cómo en todo momento.
Hombre, no muchos, la inmensa mayoría. Hablamos de tebeos enfocados a un público más bien infantil y piensa que la mayoría que hemos leído Zipi y Zape o Carpanta lo hemos hecho con muy pocas primaveras. Lo normal es que lo hagas de manera literal.
...la falta de café hace estragos...