Cuando el farmacéutico vio entrar a Vladimir Putin por la puerta del local supo que venía para 'ajustar cuentas'. En efecto. El primer ministro se apoyó en el mostrador, le ordenó que sacara el libro con los precios de los medicamentos prioritarios y de paso le preguntó que cuánto costaba el Arbidol (un antigripal) con ese tono despistado que gasta Colombo ante sus 'presas'.
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