El senador belga Patrik Vankrunkelsven, anunció esta semana que él ha estado dirigiendo recientemente su propia investigación sobre la sustracción de órganos en China, contactó telefónicamente con dos hospitales en Beijing a mediados de noviembre, presentándose como un paciente que necesitaba un transplante de riñón. Se le informó que el tiempo de espera sería solamente de pocas semanas, según su declaración y que el precio de un riñón sería de 50.000 euros y que uno de los hospitales también ofreció registrarlo bajo un nombre y domicilio chino
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