Solo en Siberia se han quemado unos 40.000 kilómetros cuadrados; es decir una superficie equivalente a Extremadura. Pero esta salvaje ola de incendios va más allá de Rusia y afecta a todo el Ártico con regiones como Alaska, Groenlandia y el norte de Canadá están literalmente en llamas. Y, sin embargo, ni la extensión ni la virulencia son el principal problema de estos fuegos: el principal problema está bajo tierra.
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