Una juez de Madrid ha ordenado "el ingreso involuntario" de María V. H., de 82 años, en un centro geriátrico de Madrid. La anciana padecía "depresión por soledad" y no se valía por sí misma: necesitaba dos bastones, uno en cada brazo, para caminar. La juez ha encausado al único familiar que tenía María, su sobrino, porque, lejos de ayudarla y atenderla, le sacó los 40.000 euros que tenía la mujer en una cuenta bancaria y los invirtió en acciones.
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