A Rajoy, en la contrarréplica del debate sobre el Estado de la Nación, le sobraron 40 segundos como 40 dardos. Mientras regresaba a su escaño desde la tribuna de oradores, aquellos 40 segundos no utilizados sonaban como los clavos sobre el ataúd. Cuando se sentó y observamos su expresión, pero sobre todo la de Acebes, supimos quién había perdido el debate y quizá la vida. No hay precedentes de lo que el martes hizo Rajoy con currículum. El espectáculo de un jefe de la oposición que no sabe qué decir cuando le toca hablar es desgarrador.
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