Existe una forma de locura que a todos nos posee de vez en cuando: la suspensión del juicio. A veces decidimos creer en cosas imposibles, ridículas o estrambóticas casi a propósito. Algo dentro de nosotros sabe que el engaño se desmoronará si lo pensamos un minuto, pero precisamente por eso no lo pensamos ni un segundo. Me refiero a trampas de pequeñas dimensiones, que casi nunca tienen consecuencias y que hacen mejor la vida. Pienso en esos días de otoño en que haces mil planes, cuando te dices que mañana vas a madrugar, salir a correr...
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Normalmente la chispa del engaño no parte del engañado sino de los adultos en quien confía... imagino que será algo evolutivo, confiar ciegamente en nuestros padres, durante los primeros años.
Es tierno, y divertido, observar como los chiquillos creen en el ratón Pérez o los reyes magos pero quizá no sea tan buena idea inocular Pensamiento Mágico en ellos.
El fenómeno psicológico que explica que se perpetúen dogmas irracionales es el denominado Sesgo de Confirmación del que viven las religiones y al que todos contribuimos.
De otra forma sería imposible imaginar como tanta gente, en pleno siglo XXI, sigue entregando a una secta a sus propios hijos, un verdadero abuso infantil. Ni como todos podemos ser cómplices, disfrazando a catequistas de profesores, sabiendo que gracias al Sesgo de Confirmación buena parte de esos niños permanecerán esclavizados a la secta el resto de sus vidas.
¿Que será del Perro?¿y de la niña?...Al menos Ricky ya no sigue encerrado en el armario
#3 Pues oiga mucha gente es romántica sin ser gilipollas. Que lo usen de excusa quienes sean no quiere decir que exista causalidad alguna.