El caso es que ella era muy mona, lo que se dice una preciosidad, sobre todo antes de que empezara a perder tantos kilos, adquiriendo ese aspecto escuálido y tristón que últimamente le acompañaba, y es que por mucho que ella se esforzaba en sonreir debido a su trabajo, por dentro se fraguaba una tormenta de sensaciones en la que la tristeza era la reina. "He de estar guapa para este desfile"
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