Si no lo hacéis por ética, hacedlo por instinto de supervivencia: sobre el efecto boomerang

En Murcia, allá por finales de los años 80, el PSOE reformó la ley electoral autonómica para dividir la región en cinco circunscripciones (antes sólo había una). Esto beneficiaba de forma descaradamente arbitraria al partido más votado. Por un lado, gozaba de la clásica injusticia electoral de las circunscripciones pequeñas, que tira a la basura los votos de los partidos medianos-pequeños al infrarrepresentarles a lo bestia mientras se sobrerrepresenta al partido mayoritario. Por otro lado, se daba un número escandalosamente alto de diputados a circunscripciones poco pobladas donde el PSOE tenía gran implantación.

Llegaron los 90 y ganó el PP. Y se benefició de la injusta ley electoral socialista exactamente igual que el PSOE antaño, sobre todo en aquellas legislaturas en las que se quedó con un 40% de los votos pero, gracias a la ley que sobrerrepresentaba al partido mayoritario, tuvo la mayoría absoluta de los diputados. Y, obviamente, el PP no quiso cambiarla, siendo dicha ley decisiva para que dicho partido obtuviese el poder en Murcia por primera vez y para que lo mantuviera en diversas legislaturas donde, si se hubiese aplicado un sistema proporcional, habría quedado muy lejos de la mayoría absoluta. No fue hasta 2015 cuando, por la presión de Podemos y Ciudadanos, logramos establecer un sistema de circunscripción única y cada voto volvió a valer lo mismo. Así terminaba la vigencia de una ley electoral que se extendió durante casi 30 años y, pese a ser obra del PSOE, benefició mucho más al PP.

Saco este ejemplo pensando en las "leyes antibulos" que parecen estar impulsando desde el Gobierno. Ya escribí en su momento sobre lo peligroso que me parecía aparejar cárcel a difusión de supuestas fake news www.meneame.net/m/Artículos/posible-despenalizacion-injurias-rey-peli Esa sensación de peligro se me ha incrementado en los últimos días leyendo en las redes. Cada vez hay más gente de izquierdas (y me preocupa porque yo soy decididamente de izquierdas) que considera justificado castigar a quien, en el marco de su ideología, realiza manifestaciones que los demás podemos considerar tendenciosas, sea citando las partes del discurso de un político que más le interesan, sea destacando las partes de una información que mejor sirven a sus intereses.

Si abrís la puerta a la persecución legal del discurso tendencioso (porque citar trozos de declaraciones que nos convienen para desprestigiar a un rival o resaltar los aspectos más negativos de una información es algo que se hace desde siempre en el juego político de todos los países), estaréis enterrando la libertad de expresión. Porque no es sólo que el discurso tendencioso es consustancial a la política (y la política la practican los partidos y sus medios de comunicación afines)...es que, lamentablemente, cada partido considera tendenciosas las críticas que se le hacen aunque no lo sean, y en una arenas tan movedizas no cabe soltar al perro rabioso de la represión. Lo mismo sucederá si imponéis penas desproporcionadamente graves a quien difunda noticias falsas (como dije en el artículo que os cito arriba, las fake news ya están suficientemente castigadas en nuestro código penal).

La libertad de expresión (igual que el derecho de defensa que ejerce el abogado en un juicio) requiere que todas las partes defiendan su discurso, obviamente destacando lo que les beneficia y silenciando lo que les perjudica. Y será el juez de la opinión pública quien valore la ética de los litigantes y la credibilidad de lo que afirman. De lo contrario, estaremos abriendo la puerta a la censura y la persecución ideológica. Y, cuando el actual gobierno pierda unas elecciones y entre el dúo PP-Vox, lo aprovecharán censurando y reprimiendo tanto o más que sus predecesores. Y éstos, que sufrirán en sus carnes tal represión, no podrán criticarles porque estarán usando sus mismas leyes. Quien abre la puerta de la arbitrariedad no tiene autoridad moral para criticarla cuando le perjudica.

Los Derechos Humanos no sólo son moralmente buenos. También son tremendamente útiles, tan útiles que constituyen el único camino para que la sociedad no sea una selva donde nadie pueda dormir tranquilo. Es el famoso "respeta si quieres ser respetado". Quien pise la cabeza de su semejante deberá asumir el riesgo de que éste pise la suya cuando se levante, en una guerra social donde el empresario explota a sus trabajadores y el banquero practica la usura, pero con el temor de que cualquiera de sus víctimas pueda devolverles su violencia acuchillándoles en un callejón.

Por eso todo gobierno tiene el deber de respetar todos los derechos de todo el mundo. Por ética y por pragmatismo. No olvidemos que los golpistas de Franco basaron gran parte de su legitimidad en los desmanes (que los hubo, aunque fuesen muy inferiores a los que ellos afirmaban) cometidos por grupos descontrolados de la izquierda (como también hubo abundante violencia promovida por grupos de extrema derecha). Si quemas una iglesia no puedes quejarte de que los curas quemen la sede de tu partido. Y lo mejor es que no necesitas quemarla para redistribuir la riqueza y hacer justicia. Si usas el poder del Estado para amordazar a tu rival, por muy éticamente repugnante que sea su discurso, no podrás quejarte cuando él te amordace a ti.