Primero fue por mar (Copa del América), después sobre cuatro ruedas por el asfalto (la Fórmula 1) y ahora el glamour llega a Valencia sobre cuatro patas y al galope para acampar, en plena depresión económica. La prueba puede considerarse un evento, dado que reúne las dos condiciones básicas para serlo: se celebra en un marco faraónico y su organización acarrea elevados costes al erario público.
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