La ONU, el Banco Mundial y últimamente el G-8 vienen advirtiendo sobre el peligro de estallidos sociales a escala global que podrían generarse por el impacto de los precios del petróleo sobre el costo de los alimentos en los países más pobres de Asia, África y América Latina. Pero, a pesar de las advertencias que realizan sus organizaciones y autoridades más prominentes, el sistema todavía no ha logrado conjugar una respuesta al peligroso cóctel petróleo-alimentos-conflictos sociales que ya se retroalimenta y expande por todo el planeta.
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