La historia es la siguiente. Desde 1773 se venía hablando de un supuesto libro perdido llamado El Buscapié. Vicente de los Ríos, y otros tantos historiadores admitían que en algún lugar del mundo debía haber un “tomito (…) como de unos seis pliegos de impresión, de buena letra y mal papel” titulado El Buscapié y cuya autoría era de Cervantes. Este libro había sido visto por última vez Antonio Ruidíaz quien lo leyó en casa del conde de Saceda, desde entonces todo era misterio... Hasta que en 1848, un joven Adolfo, de 24 años, daba con él.
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Mi opinión es la misma que la del gran erudito cervantista y bibliófilo George Ticknor, que en 1856 expresó lo siguiente sobre El Buscapié:
El libro publicado por D. Adolfo de Castro, excepto dos o tres pasajes algún tanto verdes, es un juguete literario muy agradable e ingenioso. Manifiesta en muchos trozos viveza, imaginación, y talento, así como mucha familiaridad con el estilo de Cervantes y conocimiento de la literatura de aquel tiempo. Si es obra del Sr. Castro, habrá sido sin duda su intención reservar para más adelante la declaración de que es parto de su ingenio; y si así sucede, añadirá un laurel más a su corona literaria sin arrancar ninguno a la de Cervantes.
Lo que realmente les dolía a los eruditos fue que se la colase de tal manera alguien que no era filólogo, que no era alguien que hubiera estudiado letras de manera muy extensa, sino un ingeniero.
Si algo me ha fascinado de la historia de España han sido las peleas relacionadas con la literatura, porque es ponerme a leer sobre las peleas y puyas entre Góngora y Quevedo, y disfruto como gorrino en maizal!!
books.google.es/books?id=daI_AAAAYAAJ
Si estoy errado, corregidme
Mis putos dieses, ahora tengo ganas de darle un tiento, genio incomprendido
Las partituras de Beethoven son de dominio público, pero no las obras derivadas (transcripciones con determinados arreglos, grabaciones recientes...).
-Eso fue Cervantes.
-¿Y ahora que escribe?.
Ojalá un cerdo escritor al que llamen Cerdantes.