Lentamente, los indicadores macroeconómicos de Portugal sugieren una mejora de la situación. Sin embargo, muy pocos portugueses corroboran con su vida diaria esos aires de optimismo. El desempleo no mejora, y los bolsillos de una enorme parte de la población siguen tan escasos como en los últimos años. La precariedad en el empleo y la bajísima calidad de los sueldos siguen empobreciendo al portugués medio y aumentando la brecha con sus vecinos europeos, singularmente con los gallegos.
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