En un país que carece de política monetaria o de tipo de cambio propios, que permitan atraer capitales o mejorar su posición relativa en el comercio internacional por la vía de una devaluación de la moneda, la mejora inmediata de la competitividad sólo puede venir por medio de una bajada de precios, un ajuste de los salarios y más despidos. Un panorama negro y caótico para el medio y largo plazo. Por tanto hay que estar preparado para los nuevos tiempos que se avecinan.
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