La luna es un satélite anómalo, demasiado grande en comparación a los del resto de planetas rocosos. Se cree que su formación no se produjo por la acrección de restos del disco solar, como la Tierra, sino por la acumulación de restos lanzados al espacio por el impacto de un cuerpo del tamaño de Marte contra nuestro planeta. De ser así, la luna debería tener también un núcleo de hierro. ¿Pero cómo probarlo sin sismógrafos? La respuesta estaba en las rocas lunares traidas por las Apolo. Traducción
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