El dispositivo, denominado transpondedor, debe introducirse en el mismo momento en que la leche se vierte en el molde y mantenerse durante el proceso de maduración del queso. La idea es facilitar que los pequeños fabricantes asturianos cumplan con la normativa europea de seguridad alimentaria, que les exige realizar un seguimiento y localización de su producto a lo largo de todo el proceso de producción. El consumidor final podrá conocer en qué cueva ha madurado el queso y qué itinerario ha seguido hasta llegar a su punto de venta.
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