Por fin el abogado de la AVT, Emilio Murcia, se ganó el sueldo. Durante más de una hora, con receso incluido, dirigió un duro interrogatorio. ¿A un presunto terrorista? ¿A uno de sus cómplices? ¿A uno de los encubridores? No. Dirigía sus preguntas al ex comisario jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano. El despropósito llegó a tales extremos que el juez, aunque se hizo de rogar, intervino para recordar al letrado que su papel era el de acusación. Es decir, que para defender a los presuntos autores ya estaban sus otros colegas de toga.
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