El columnista Alfonso Ussía se pregunta por la nula repercusión de las declaraciones al borde de la muerte del sacerdote-espía Antonio Hortelano: su terrorífica alusión al poeta Rafael Alberti y su actuación en las checas de Madrid durante la República y Guerra Civil. A un mes de la muerte no se miente. Y nadie ha valorado sus durísimas palabras. «Rafael Alberti metía a los prisioneros en cabinas de teléfonos con las paredes electrificadas con alta tensión».
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www.lavozdegalicia.es/vigo/2009/09/02/0003_7942653.htm
Dicen las crónicas periodísticas que eran las primeras horas del 31 de agosto de 1966. El alcalde Rafael Portanet marcaba el número del presidente de la Compañía Telefónica, Antonio Barrera de Irimo, y establecía una conferencia con Barcelona. El regidor vigués estaba utilizando por primera vez una cabina telefónica de calle.
Ya te digo, "no dejes que un buen anacronismo te fastidie una buena mentirijilla", chapeau para tí si es que mira que son cutres hasta para inventar
Pedro Muñoz Seca fue un autor de un tipo de teatro que no aportó nada nuevo, un teatro de evasión, que siguió la línea de Calderón de la Barca. Hizo teatro como churros, podéis imaginaros la calidad literaria del mismo. Teatro de pandereta y comedia floja.
La auténtica renovación del teatro español se llevó a cabo, curiosamente, en el exilio, y entre esos autores, estaba el gran Rafael Alberti.
La derecha no entiende de literatura, pero a mala hostia no le gana nadie.