Desde su lanzamiento, tanto la PS5 como la Xbox Series X han generado una gran expectación en la comunidad de los videojuegos. Ambas consolas nos prometen una experiencia de juego de próxima generación con gráficos impresionantes, tiempos de carga ultrarrápidos y una potencia sin precedentes. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, surge la pregunta inevitable: ¿se han aprovechado al máximo estas plataformas?...
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www.meneame.net/story/28-anos-despues-n64-sigue-superando-limites-desa
No hay razón para que no ocurra lo mismo con la PS5. Como ha ocurrido con básicamente todas las videoconsolas.
Hablas de que apenas han entrado su ciclo de vida y luego te mueves al “desde su lanzamiento”. En qué quedamos. Lo cierto es que la propia Sony ha reconocido que PS5 habría entrado en la segunda parte de su ciclo de vida (es.ign.com/playstation-5/199546/news/ps5-entra-en-la-ultima-fase-de-su) y la sensación general de la comunidad es que esta generación poco ha aportado- o está aportando si lo prefieres- en cuanto a número de lanzamientos exclusivos de la generación y que estén marcando una diferencia clara de gráficos y rendimiento con la anterior. Y en realidad es perfectamente entendible, los rendimientos decrecientes son un fenómeno normal en el desarrollo tecnológico y en el caso concreto de esta industria desarrollar juegos que exploten esa “next-gen” es cada vez más caro y largo, así que es de esperar muy pocos lanzamientos que puedan marcar un camino rompedor. Por ahora, el salto más rompedor lo marcó la 5a generación con el 3D (N64, PS, Saturn), seguido con un refinamiento gráfico y de rendimiento importante de la 6a (Game Cube, PS2, Dreamcast, Xbox). De ahí en adelante, el salto cualitativo es ‘nimio’.