Reflexiones tras un suicidio acaecido cerca de mi casa

Hoy se ha suicidado una mujer lanzándose al vacío junto a su hijo, en una zona bastante cercana a mi casa. Hace pocas semanas, lo hizo una profesora de mi universidad tirándose desde la ventana de su despacho. El otro día vi la noticia de que el 40% de los murcianos toman ansiolíticos o antidepresivos. Yo nunca lo he hecho, pero si me preguntasen si gozo de una mente sana, diría que no.

Aunque los problemas mentales se asocian con oír voces, ver figuras que no existen o descuartizar gente, la ausencia de salud mental es, en la mayoría de los casos, mucho más mundana e imperceptible. Temer patológicamente al fracaso, tener terror a tu trabajo o a cualquier otro reto por considerarte inútil para asumirlo, aceptar que te maltraten porque crees que no mereces nada mejor, ser totalmente sumiso por el miedo al rechazo, consumir compulsivamente comida o sexo para acallar a tus fantasmas y ocultar el vacío...

Siempre doy gracias por lo fácil que ha sido mi vida. Desde siempre he trabajado mucho, pero he gozado del apoyo preciso para centrarme en el trabajo e ir rompiendo barreras a pesar de mis demonios internos. Si no hubiese tenido ese soporte, posiblemente mi vida fuese muy distinta. Como tantas otras que han sido malogradas.

Las sombras de mi mente son lo bastante fuertes como para condicionarme en todo momento, pero también lo bastante débiles como para no atarme de forma seria y para que la gente que me ve no las perciba (o al menos yo no me dé cuenta de que lo hacen). Por eso soy afortunado dentro de este mundo de locura inducida.

La conclusión de todo esto es muy evidente ¿Es la enfermedad mental el estado natural del ser humano? Obviamente no. La salud debe ser la norma y la enfermedad una anomalía a corregir con la ciencia y el progreso. Por eso, la generalización de las patologías mentales evidencia que la sociedad donde vivimos es profundamente inútil y se encuentra en un estado de putrefacción avanzado. El fin de toda sociedad es servir al ser humano, y cuando las miserias de ésta son tan contaminantes que la enfermedad mental se generaliza, resulta palmario hasta qué punto se halla torcida.

Deshumanización, presiones superlativas para que produzcamos más allá de nuestros límites, concepción del individuo como valioso en la medida que pueda producir, negación de las identidades para la convergencia artificial en un modelo único de personalidad impuesto desde arriba, fomento de un modelo vital donde el sujeto está hueco y precisa llenar ese vacío con las miradas de aprobación de los demás o atrofiarse con comida-sexo-drogas...creación de sujetos dependientes, que son incapaces de encontrar luz sintetizando belleza o expresiones artísticas en su corazón, y precisan los destellos artificiales de sus amos exteriores para obviar su ceguera.

Y por supuesto, antidepresivos. Hace unos 6 años fui al psicólogo y me propuso tomarlos. No llegué a hacerlo y diría que hoy mi mente es algo más sana que entonces. No niego que en algunos casos sean imprescindibles. Pero afirmo que en muchos otros se recetan para echar tierra sobre mentes que precisan aire para renacer.