Vamos a ver que no me aclaro. En la baraja española, a la carta número 12 se la llama rey porque es un rey. Perfecto. Al número 11, se la llama caballo por motivos obvios. Pero, ¿la número 10? Sota. ¿Qué es una sota?
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2. f. Mujer insolente y desvergonzada.
Popularmente, a la sota se la ha identificado con un paje afeminado o travestido, que también es llamado "la puta". Como cuando se dice "la puta de oros".
De nada
Subtus deriva en el lenguaje culto en subalterno, el que está por debajo.
Y ahí sí que podemos echarle imaginación, porque en la Corona española y castellana había toda una retahíla de subalternos, según tareas.
Llámalo paje, escudero, o mejor doncel --el joven de origen noble al servicio del rey y pendiente de armarse caballero--, pero los cargos en la práctica iban desde mayordomo mayor del rey, el equivalente hoy a un primer ministro del consejo real, al aposentador (que ese sí era el mayordomo de facto que le traía las babuchas a pie de cama.)
Y entre ellos tenemos un porrón de cargos: al sumiller de corps, el rey de armas, el ujier de cámara, o el secretario particular del rey.
Mogollón de sotas.
sota.
Del lat. subtus 'debajo'.
1. f. En la baraja española, cada una de las cuatro cartas que llevan un paje o infante.
2. f. Mujer insolente y desvergonzada.
3. m. y f. Arg. y Ur. Persona que finge no saber o no conocer. U. t. c. adj.
4. prep. desus. Debajo de, bajo.
De todas maneras, como otras muchas cosas de la baraja, el nombre de sota se usa tan pronto (1450) que es difícil saber exactamente el porqué y el desde cuándo...
• Cuca y matacán.-
1. f. Juego de naipes en que la cuca es el dos de espadas, y el matacán el dos de bastos.
Prácticamente cada naipe tenía su nombre en algún juego. Además se extendieron como juego de azar más o menos uniforme por toda europa ya en época de la invención de la imprenta, en los años cincuenta del s. XV. Las que se elaboraban a mano previamente costaban una pasta.
De todas maneras, como en todo juego de azar, los motes son frecuentes, los dos patitos, la niña bonita...
Sobre el dos de bastos, el mote más común, es la horca, por el parecido con las más comunes (y no la versión del juego). Esta imagen es muy anterior a los naipes, pero el parecido es claro.
¡Vayan cerrando, por favor!
www.google.es/search?q=bube&client=firefox-b&dcr=0&tbm=isc
(película relacionada, cada país tiene su variante del dicho)
De hecho, hay alguna baraja en la que aparece escrito "Puta" en ese naipe.
¿Y cómo se dice sota en catalán?
No sé si me explico...
Respecto a tu última frase, pues ¿qué quieres que te diga?, que ponerse a juzgar comportamientos de épocas radicalmente diferentes y con n/mentalidad muy anacrónica del s. XXI, está al alcance de todos.
Lo que no es nada fácil es meterse en las babuchas de otro, entendiendo una realidad de varios siglos atrás, sin desprenderse antes de prejuicios aprendidos.
El oficio de aposentador, por supuesto, hasta era muy valorado.
Ni mentalidad anacrónica ni prejuicios aprendidos. O es que vamos a justificar (aparece nuevamente la palabra) que un pobre diablo terminara sus días por catar una comida que no iba destinada para él? Qué podía justificar una muerte y no otra -la del rey- si los alimentos habían sido envenenados? Por mucho que intente trasladarme a la época sin mis prejuicios, no me veo ofreciéndome voluntario para retorcerme hasta la muerte por envenenamiento, a cambio de salvar la vida de un rey que, a buen seguro, meaba encima del pueblo. Mirado desde la perspectiva actual o en la dinastía Jin en el s. IV a.c.
Y me reitero en mi comentario anterior; hay que ser inútil para no buscar y ponerte tus propias babuchas. Incluso mirar si dentro hay una rana venenosa que puedas pisar. Pero es lo de siempre, perpetuado en el tiempo, te parasito porque puedo o te machaco porque yo lo valgo.
Puede que en el neolítico sí fueran pobres diablos elegidos al azar para la tarea, y aún así, si el veneno no era de efecto retardado (y en aquella época no había dominio del tema), la mera existencia de catadores, ya era disuasoria para intentar asesinar por esa vía.
Pero luego se fueron incorporando boticarios, tratadistas expertos en venenos y que, además de gozar de prestigio profesional, no tenían mucho interés en morir por el rey, pero sí en ganar un buen dinero prestándose voluntarios para catar, que literalmente es degustar, probar, identificando al gusto elementos extraños al propio alimento.
Trabajaban en las cocinas, incluso tenían sus propias pociones y reactivos, toscos eso sí, para analizar un vino o una salsa sin llegar a probarlos. Como comprenderás, a la mínima sospecha de contaminación, podredumbre o ponzoña, se desechaba el plato.
También se encargaban de controlar el acceso de personas extrañas, desde el acopio de ingredientes hasta el servicio en la mesa real (y eso era bastante curro).
Respecto al resto, sin comentarios, no haces más que ahondar en lo que venía criticando. Cualquier persona en un cargo dirigente tiene poco tiempo personal, suelen tirar de asistentes para lo cotidiano.