Las rentas altas, que superan los 60.000 euros anuales, son escasas en España, pero aportan casi cuatro de cada diez euros a las arcas públicas, por lo que una contribución especial tendría sentido. Según los datos facilitados por la Agencia Tributaria, el 3,8% de los contribuyentes españoles (aquellos con una renta superior a 60.000 euros anuales) supusieron en 2009 el 36,8% de lo ingresado a Hacienda por el pago del IRPF.
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