El 11 de noviembre el Ayuntamiento de Barcelona anunció un nuevo modelo de espacio público más justo y saludable para definir una nueva visión y un proyecto de futuro, tal y como se afirma en el sitio web oficial del Ayuntamiento. La medidas propuestas se pueden sintetizar en la pacificación de cuatro calles para 2023, convirtiéndolas en cuatro ejes verdes, y el objetivo a largo plazo (diez años, es decir durante el siguiente mandato) es la limitación del tráfico motorizado en una de cada tres calles del Eixample barcelonés.
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El objetivo es precisamente ese, desincentivar el uso del coche ralentizando los trayectos para que solo los que lo necesiten lo utilicen. Lo que no tiene sentido es no bajarse de la burra y seguir contribuyendo al atasco porque la tendencia no se va a invertir. Llenar las ciudades de coches y diseñarlas para ellos fue un error al que supongo hay que agradecer la velocidad del desarrollo económico alcanzada desde que se implementó pero es una locura. A veces creo que no somos conscientes de lo absurdo que es dedicar un gran porcentaje de la vía pública a moles metálicas de dos toneladas que emiten gases nocivos y un ruido infernal únicamente para transportar personas. Es algo por lo que dentro de un siglo los futuros humanos se llevarán las manos a la cabeza de la misma forma que ahora nos fascinamos de las burradas que se hacían en el siglo XIX.
En cuanto a las ciudades metropolitanas que mencionas conozco usuarios de las líneas de FGC del Vallés y me cuentan que proporcionan buen servicio.
Volúmenes de tráfico que en Madrid resultan admisibles en Barcelona no lo son, la ciudad es demasiado densa y demasiado pequeña para soportar la cantidad de coches que sufre hoy día. Hay que actuar y con contundencia.
La gente terminará dejando el coche, cuando la circulación sea más lenta que el transporte público.
El problema no son las personas que viven y trabajan dentro de Barcelona si no los desplazamientos periféricos. Es fácil joder el tráfico interno para desincentivar el coche. Ya veremos como se lo montan los trabajadores de determinados servicios. Yo ya conozco casos de empresas que se han traslado a la periferia porque en Barna no pueden operar cómodamente. Todo lo que son servicios de reparaciones y similar, que necesitan ir cargados con material se ven muy afectados por estas medidas. Pero también es cierto que es la decisión de los barceloneses, ellos sabrán. También es cierto que lo bonito sería elegir el transporte público por su calidad frente al coche, pero eso es costoso de conseguir, es más fácil joder el tráfico. Incluso tomando solo la última opción, es un desastre sin aplicar la primera. Antes de la cuarentena no fueron pocas las veces que tuve que ir en coche al trabajo porque la línea de rodalias venía con el tren a tope, pero a tope significa que no entraba ni un puro alfiler.