Ana se casó con un cubano. Tras un flechazo y sólo 12 días de convivencia, la unión sólo duró dos meses. «En mi caso todo fue exprés, el noviazgo, el matrimonio y el divorcio. Fue un flechazo. Él era un bombón, claro que yo tampoco estoy nada mal. Me enamoré de su forma de ser». Cuatro días en Cuba le bastaron a Ana para pensar que había encontrado al hombre de su vida. Regresó a España sin él y desde aquí mantuvo el contacto vía internet y telefónica. «Ni sé lo que me pude gastar en teléfono».
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