A medida que se suceden los hallazgos de explosivos de ETA en Vizcaya -ya van 231 kilos, entre distintos agujeros, bidones, zulos...-, crece la sospecha de incompetencia de algunos altos responsables de la seguridad, o al menos la duda sobre si el "alto el fuego permanente" de la banda terrorista no les dejó temporalmente ciegos.
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