Por la localidad de La Acebeda, a 90 kilómetros de Madrid, parece como si hubiese pasado el flautista de Hamelín. No hay niños en la calle; ni en las casas; la escuela cerró hace 40 años; no se ven bicicletas ni pelotas a las puertas de los hogares. Tampoco hay pediatra, ni bautizos en la iglesia.
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