La twitterización de los informativos y el triunfo del humor

[Artículo serio] Como muchos otros meneantes, y en consonancia con los tiempos modernos, en mi casa somos muy poco de usar el cable de antena para ver la televisión. Eso no quita que veamos informativos, sobre todo secciones o cortes concretos, más por enlaces de terceros que por propia inercia de entrar en la página web de turno.

Líneas editoriales han existido siempre, igual la manipulación y la tendenciosidad. No quiero entrar en el terreno ideológico, sino en el estilo de periodismo, que ha degenerado (o evolucionado, según se mire) para prostituir de forma efectiva su carácter informativo y dirigirlo hacia la opinión. Porque, antiguamente, se seleccionaban las noticias según el target de audiencia, pero se seguía manteniendo cierto estilo que permitía al espectador analizar la información y crearse su propio punto de vista.

Os invito a hacer la comparación. Primero, un informativo de Antena 3 (cadena completamente conservadora) de 1995, empezando con el bloque de noticias de política nacional (11:58).

Ahora os invito a ver el vídeo de este meneo: El vicepresidente de Castilla y León (Vox), a una procuradora con discapacidad: "Le voy a responder como si fuera una persona como las demás"

Observad el estilo pausado de las antiguas noticias. La larga introducción del presentador. La inclusión contextualizada de las declaraciones del político de turno. El uso anodino de vídeo de situación mientras en narrador habla. El lenguaje neutro, enfocado a explicar el contexto de la noticia. Extensos fragmentos de vídeo, sin cortes entre declaraciones. Línea editorial desde el respeto al periodismo.

Observad el estilo del segundo vídeo. Atropellado, con decenas de cortes rápidos que hacen pensar que está editado por Paul W. S. Anderson. El narrador no se limita a describir el contexto, sino que va construyendo un discurso según la línea editorial. Declaraciones cortadas al milisegundo. El narrador, describiendo lo que interpreta, y no la información en sí.

Hemos pasado de un estilo periodístico en el que se ofrece información partiendo de una ideología, al que se imparte ideología camuflada como información. Y es el peligro actual: cuando veíamos el NO-DO, sabíamos que era propaganda, construida a partir de hechos plausibles de merecer ser divulgados. Cuando veíamos La Primera en los 80, sabíamos que era información seleccionada por el gobierno, pero que mantenía el espíritu de servicio público del periodismo. Lo mismo con la aparición de las emisoras privadas, pero cambiando gobierno por grupo empresarial.

Ahora la información no existe. Se trata de opinión, malamente camuflada como información. Porque la intención no es la de informar y generar audiencia, sino de contentar al espectador y generar audiendia.

Esta prostitución del periodismo es tan obvia que cada vez más personas eligen informarse mediante no periodistas. Personas que muestran un sesgo claro pero que no engañan a nadie. No ocultan su ideología ni que lo que ofrecen son opiniones, pero que tratan de validar sus postulados mediante hechos e información de primera mano. Y, cosas de la vida (o de nuestra personalidad), resulta que estas personas suelen ser humoristas. La realidad es demasiado dura y frustrante, y si hay que verla es mejor hacerlo con un punto de humor.

Por eso, personas como El Gran Wyoming se mantienen siempre en las ondas. Gente como Buenafuente, Évole, Broncano replican el modelo estadounidense de Bill Maher, John Oliver, David Letterman, Ellen DeGeneres, Stephen Colbert y muchos otros. Si la información se ha convertido en un espectáculo, hagamos al menos que la gente no se sienta imbécil.