Creo, o al menos quiero creer, que esta Directiva no sería la misma, si se hubiese escrito en Bomudá, con las llagas de la emigración a la vista. Quiero pensar que los burócratas de Bruselas, y sus Jefes de Estado, habrían sugerido otros tratamientos para este penoso problema. Imaginen por un momento a Bruselas en brazos de Bomudá, o como está Eduardo Tráver, rodeado por los hijos de de este pueblo de emigrantes. ¿No se licuaría la máscara de hierro con que trabaja nuestra burocracia en Bruselas?
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