No se va al hotel Canfranc Estación como se va a cualquier sitio. El trayecto hasta el lugar es un ascenso suave y tranquilo en un entorno inmejorable y eso puede llevarnos a un error, hacernos creer que las apariencias son la realidad y que se trata de un viaje como los otros. Pero no es solo un desplazamiento por el espacio, es un viaje en el tiempo. Como los del cine, sí, pero esencialmente como los que nacen de la imaginación literaria.
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Por cierto, cerquita de allí está la Torre de los Fusileros, que de niño me causó auténtica fascinación. No la pudimos visitar entonces porque creo que no era visitable (estaban peleando los vecinos para que no se la llevasen de allí). Esta vez (el año pasado) pude visitarla, y charlar con la amable señora que estaba allí. Maravilloso. Sólo una pequeña queja, en realidad muy tonta, que en el museo, en la proyección, cometen un error historiográfico tonto que tengo que decir porque soy así: decía 'el reino de Aragón que se extendió por todo el Mediterráneo', lo cuál no es exacto: la Corona de Aragón se extendió por el Mediterráneo, pero el Reino de Aragón no tuvo nunca salida al mar. Igual que reclaman que no era Corona Catalano-Aragonesa sino Corona de Aragón, y me parece bien (aunque sí existe un documento de la época que se refiere a ella así, pero uno solo es insuficiente), tampoco me parece bien que confundan Reino con Corona cuando son dos instituciones distintas.
La provincia de Huesca en general me tiene enamorado.
www.elmundo.es/loc/famosos/2022/04/13/6254619fe4d4d8cf488b45ca.html
Al margen de la turra que cuento, me fascina la historia que rodea a la estación de Canfranc en el periodo de la segunda guerra mundial. Ocupacíon nazi y nido de espionaje internacional.
Sino, iré a uno más sencillo y volveré a visitar la estación, lo que me dejen ver de ella.
Inmensa y espectacular
Marzo de 1943. Agazapados dentro de una habitación secreta, varias personas contienen la respiración mientras aguardan a que el sonido de las botas reforzadas con metal de los soldados alemanes se aleje. En la estación internacional de Canfranc, en el Pirineo, la esvástica ondea sobre la playa de vías. En medio de la oscuridad, Laurent Juste, jefe de la aduana, Jana Belerma, camarera del hotel, y el bandolero Esteve Durandarte arriesgan sus vidas para devolverles la libertad.
Volver a Canfranc es su historia. Jana y Esteve, armados tan solo con la valentía que da el amor, lucharon porque miles de ciudadanos judíos consiguieran atravesar esta estación mítica. Además de ellos, otras personas guiadas por la generosidad decidieron enfrentar el terror y ayudarlos. Para miles de perseguidos por el régimen nazi la esperanza se llamó Canfranc.
Si no me equivoco fue el único enclave que ocuparon los nazis en España. O algo así me suena