#141 Hace ya unos años que empecé mis primeras asistencias en ambulancia y Vehículo de Intervención Rápida. En la ciudad en la que estaba por aquel entonces hace mucho frío y, al llegar el invierno, se nos ocurrió organizar salidas como parte del trabajo social a repartir unos cafés calientes/colacao/caldo con unas galletas o similares para ayudar a pasar la noche a gente sin techo.
Pues bien, entre toda esta gente, con la que acabas compartiendo algunos ratos, me he encontrado con varias situaciones: desde el que te agradece el café y lo acepta casi humillado; hasta gente que te lo rechaza de plano y ni siquiera entabla conversación (o es muy reacio) porque sienten que cuando necesitaron ayuda nadie se la brindó y, ahora, simplemente han aprendido a sobrevivir y no quieren nada de nadie.
También he tenido casos como el de un chico que se refugiaba en un cajero. Que uno de los días que fue a comer y ducharse "a donde las monjas", éstas le dieron otro saco de dormir porque el suyo tenía ya la cremallera rota. Cuando entramos a ofrecerle algo caliente y algo de comer se levantó, nos recibió maravillosamente bajo su techo prestado, nos contó su (muy dura) historia sin perder la sonrisa y, tras darnos las gracias una infinidad de veces, sacó su "nuevo" saco de dormir y nos lo tendió; contándonos cómo había llegado a sus manos, pidiéndonos que, por favor, se lo diésemos a alguien que lo necesitase más. Que él, aunque se le hubiera roto el suyo, dormía muy a gusto allí dentro pero que sabía que había gente que lo hacía al frío. Una persona increíble.
Sin embargo, donde vivo ahora veo varios (siempre los mismos) pidendo en un rango de horas muy concreto, etc. Pero, de todos ellos, jamás he visto que sus caras fuesen las de quienes sí duermen en la calle, los cuales, paradójicamente, no piden en la calle.
#141 Hace ya unos años que empecé mis primeras asistencias en ambulancia y Vehículo de Intervención Rápida. En la ciudad en la que estaba por aque entonces hace mucho frío y, al llegar el invierno, se nos ocurrió organizar salidas como parte del trabajo social a repartir unos cafés calientes/colacao/caldo con unas galletas o similares para ayudar a pasar la noche a gente sin techo.
Pues bien, entre toda esta gente, con la que acabas compartiendo algunos ratos, me he encontrado con varias situaciones: desde el que te agradece el café y lo acepta casi humillado; hasta gente que te lo rechaza de plano y ni siquiera entabla conversación (o es muy reacio) porque sienten que cuando necesitaron ayuda nadie se la brindó y ahora simplemente han aprendido a sobrevivir y no quieren nada de nadie.
También he tenido casos como el de un chico que se refugiaba en un cajero que uno de los días que fue a comer y ducharse "a donde las monjas", éstas le dieron otro saco de dormir porque el suyo tenía ya la cremallera rota. Cuando entramos a a ofrecerle algo caliente y algo de comer se levantó, nos recibió maravillosamente bajo su techo prestado, nos contó su (muy dura) historia sin perder la sonrisa y, tras darnos las gracias una infinidad de veces sacó su "nuevo" saco de dormir y nos lo tendió, contándonos como había llegado a sus manos, pidiéndonos que por favor se lo diesemos a alguien que mo necesitase más. Que él, aunque se le hubiera roto el suyo, dormía muy a gusto allí dentro pero que sabía que había gente que lo hacía al frío. Una persona increíble.
Sin embargo, donde vivo ahora veo varios (siempre los mismos) pidendo en un rango de horas muy concreto, etc. Pero, de todos ellos, jamás he visto que sus caras fuesen las de quienes sí duermen en la calle, los cuales, paradójicamente, no piden en la calle.
Pues bien, entre toda esta gente, con la que acabas compartiendo algunos ratos, me he encontrado con varias situaciones: desde el que te agradece el café y lo acepta casi humillado; hasta gente que te lo rechaza de plano y ni siquiera entabla conversación (o es muy reacio) porque sienten que cuando necesitaron ayuda nadie se la brindó y, ahora, simplemente han aprendido a sobrevivir y no quieren nada de nadie.
También he tenido casos como el de un chico que se refugiaba en un cajero. Que uno de los días que fue a comer y ducharse "a donde las monjas", éstas le dieron otro saco de dormir porque el suyo tenía ya la cremallera rota. Cuando entramos a ofrecerle algo caliente y algo de comer se levantó, nos recibió maravillosamente bajo su techo prestado, nos contó su (muy dura) historia sin perder la sonrisa y, tras darnos las gracias una infinidad de veces, sacó su "nuevo" saco de dormir y nos lo tendió; contándonos cómo había llegado a sus manos, pidiéndonos que, por favor, se lo diésemos a alguien que lo necesitase más. Que él, aunque se le hubiera roto el suyo, dormía muy a gusto allí dentro pero que sabía que había gente que lo hacía al frío. Una persona increíble.
Sin embargo, donde vivo ahora veo varios (siempre los mismos) pidendo en un rango de horas muy concreto, etc. Pero, de todos ellos, jamás he visto que sus caras fuesen las de quienes sí duermen en la calle, los cuales, paradójicamente, no piden en la calle.