Lo malo es que, efectivamente, no hacemos nada. Cuando empezaron los temas de corrupción (allá por finales de los 80), teníamos que tomar una decisión, parecernos a Inglaterra o a Italia. Lamentablemente, hemos elegido ser Italia. Parece que da igual la acción y sólo importa el autor. Según sea el color de éste, así juzgaran la acción los medios de comunicación y - que triste - los ciudadanos.
Esto sólo puede acabar con un escarmiento a los partidos, pero tengo muy poca fe en mis conciudadanos.
Esto sólo puede acabar con un escarmiento a los partidos, pero tengo muy poca fe en mis conciudadanos.