Antes eran izquierdas asesinas, como lo atestiguaron Mao o Stalin. Neofascismo camuflado, como el que promovió el denostado Zapatero. Derechas bárbaras o cerriles, como lo corroboró el soberbio Aznar con brutalidad. O extremas derechas letales, como lo certificó Hitler. Entre ambos extremos hay una similitud: millones de muertos. Entre la moderación supuesta de los otros dos sólo hay corrupción, arrogancia, vacío intelectual, degeneración social y neofascismo emergente. ¿Ideología? El dinero.
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