Este año, la Semana Santa de Ponferrada tenía un pregonero de peso: Bernardito Auza, el nuncio apostólico en España, el embajador de la Santa Sede en el país. Y monseñor Auza se subió al estrado, ordenó los papeles y, acto seguido, decidió denunciar que la Semana Santa se había convertido en "un gran espectáculo teatral".
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Vamos, la misma chorrada antes que ahora...
Desde pequeño, y ya peino muuuchas canas, la peña iba cogorza perdida a ver las procesiones, era la escusa para ponerse ciegos. Y los niños íbamos a pillar caramelos. El sentimiento religioso desapareció cuando la sociedad fue consciente de que los amigos imaginarios son eso, imaginarios.
En lugares donde la sospecha era menor por falta de antecesores, los espectáculos son mucho menos vistosos.