Ahí te quedas, usuaria empoderada

A menudo sucede en mi trabajo que me llama un usuario porque no se aclara con el ordenador. Es algo normal, que pasa varias veces a la semana y que intento resolver lo mejor que puedo: les ayudo y, al mismo tiempo, trato de que no abusen de mi buena disposición, echándoles un capote y tratando de enseñarles a valerse solitos.

No hablo de HelpDesk puro y duro, sino de que en mi lugar de trabajo se ha, más o menos, institucionalizado la idea de que Informática está también para eso: soy uno de esos empleados de los que "se espera cierta actitud cooperativa hacia los que no consiguen resolver problemas al teclado", por aquello de que en nuestras oficinas empleamos cosas muy técnicas y no somos una gran corporación. Esto es, que a la empresa le sale más a cuento contratar a algunos usuarios pese a que presentan fuertes carencias en materia de tecnología y luego emplear a los informáticos para desencallar el marrón cada vez que algo se les atasca a nivel de interacción hombre-máquina. Lo llaman trabajo en equipo y, más o menos, nos funciona. Permite integrar en el seno de la empresa a personas muy válidas, gente que sólo con un empujoncito de cuando en cuando en el plano tecnológico, te rinde estupendamente.

Eso sí, se me hace insoportable cuando me topo con alguien que pretende que conozca mejor que él un software que él mismo ha incorporado a la empresa o que resulta demasiado específico de su campo, como cuando me vino un contable pretendiendo que le orientara sobre cómo introducir unos datos cuyo manejo requería de conocimientos en materia de fiscalidad. También me pongo malo si sucede que alguien en cuyo currículo pone que sabe emplear un programa resulta no conocer cuestiones fundamentales acerca de su funcionamiento. Por último, termino echando humo cada vez que me topo con una persona incapaz de manejar con soltura conceptos elementales de la informática más básica. Son los tres casos de abuso que considero, se dan varias veces al mes.

Y el caso es que cuando me tocan las narices con estos tres casos (software alienígena, currículo falsario, nulidad total al teclado) me resulta imposible no tratar a la gente con cierto nivel de condescendencia o machaconería... Joder, me pagan también para echarte un cable si es necesario, muy cierto, pero es que si no pones unos mínimos por tu parte me estás obligando a denunciar la magnitud de tu ineptitud a la empresa, así que no esperes que sea todo sonrisas: necesito que me respetes y que comprendas que, aunque se me pida buena disposición, no estoy para hacer tu trabajo y el mío, ni tampoco para formarte en profundidad. Con todo, si insistes en abusar de mi ayuda, puede perfectamente pasar que me ponga de mal humor al tratarte, que te lo tenga que explicar como si fueras gilipollas, o catorce veces, o que me ponga sobreprotector e intente darte unas nociones más amplias del problema, de cara a que cuando cambie el contexto sepas reconocer el problema y obrar en consecuencia.

Salvo si eres una mujer. En tal caso no pienso explicarte nada.

Antes lo hacía. Ahora ya paso. Te dejaré tirada y ahí te apañes. Si te enfadas, o si no consigues sacar el problema adelante tú solita, no tendré más remedio que denunciar la situación y recomendar tu despido, reciclaje o reubicación.

Porque me acaba de entrar un mail de Recursos Humanos recomendándome que me lea unos documentos sobre el mansplaining. Y hasta aquí hemos llegado. Ahí te quedas, usuaria empoderada.