Como la máquina de escribir, el papel de calco o las centralitas de teléfono, dentro de muy pocos años el termómetro clínico de mercurio, el de toda la vida, será una pieza de anticuario. La Comisión Europea ha escuchado las protestas por la alta toxicidad del mercurio, algo que lo hace inadecuado para su uso doméstico. Esas entretenidas bolitas metálicas que aparecían cuando se rompía el termómetro son precisamente lo que los responsables de la UE quieren que desaparezca de la venta al público.