El sector más asilvestrado de la derecha económica, con la finalidad de quebrantar aún más las condiciones laborales, ha llegado a decir que tenemos un mercado de trabajo franquista. De Franco se mantienen aún bastantes cosas, pero no precisamente la legislación laboral. El Estatuto de los Trabajadores se aprobó en 1980, es decir, en plena Transición; pero, además, ese texto se ha modificado más de 50 veces. Uno tiene la impresión de que en realidad sobran reformas laborales y lo que faltan son verdaderos empresarios.