@Mousito Perdona la pedantería, pero me has recordado un pasaje de "En busca de...", de Proust.
Marcel, despechado, imagina la invectiva hiriente que algún día le espetará a su amada. En su pensamiento construye todo un discurso de reproches, que por fin revelarán el daño sufrido y el error de haberlo infligido. Ese día la amada solo podrá arrepentirse y ofrecer su amor suplicando perdón, pero será demasiado tarde porque para entonces él, Marcel, habrá dejado de quererla. Ella ya no le importará, y será rechazada. Su desdén actual será castigado en el futuro. Sin embargo, después de fantasear con esa venganza amarga, Marcel cae en la cuenta de que no podrá llevarla a cabo.
Porque si alguna vez de verdad ella deja de importarle del todo no tendrá nada que reprocharle, precisamente porque ya no tendrá ninguna importancia para él...
@Trolleando @Rogero Qué difícil conservar la templanza intelectual cuando la vida te trata muy personalmente con crueldad.
@kekobola Perdona la pedantería, pero me has recordado un pasaje una expresión francesa: L'esprit de l'escalier que viene a ser que se te ocurra una respuesta buena, correcta y efectiva a un comentario después de que se haya acabado la conversación describe el acto de pensar en una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para darla. Suele venir acompañada de una sensación de frustración y arrepentimiento. La expresión fue acuñada por Diderot en su Paradoxe sur le Comédien. La frase se utiliza cuando nos viene a la cabeza una réplica ingeniosa demasiado tarde, cuando ya estamos bajando la escalera de la «tribuna». O la escalera de tu casa.
@kekobola Me ha encantado tu nota.
Muchas gracias, pero admito no conservarla siempre... por mucho que procuro, siempre existen momentos de flaqueza en los que bajas la guardia y se pierde la templanza... @Mousito@Trolleando
Noteo exclusivamente para agradecer a la inteligencia colectiva y en concreto a @pert0 y @kekobola por compartir tanta sabiduría y a @Mousito porque con tu reflexión me ha surgido la idea de que quizás de eso va la movida budista de optar por el amor y no por el apego, si eso se cumpliera nunca sería necesario ningún reproche.
Marcel, despechado, imagina la invectiva hiriente que algún día le espetará a su amada. En su pensamiento construye todo un discurso de reproches, que por fin revelarán el daño sufrido y el error de haberlo infligido. Ese día la amada solo podrá arrepentirse y ofrecer su amor suplicando perdón, pero será demasiado tarde porque para entonces él, Marcel, habrá dejado de quererla. Ella ya no le importará, y será rechazada. Su desdén actual será castigado en el futuro. Sin embargo, después de fantasear con esa venganza amarga, Marcel cae en la cuenta de que no podrá llevarla a cabo.
Porque si alguna vez de verdad ella deja de importarle del todo no tendrá nada que reprocharle, precisamente porque ya no tendrá ninguna importancia para él...
@Trolleando
@Rogero Qué difícil conservar la templanza intelectual cuando la vida te trata muy personalmente con crueldad.