Varios medios de comunicación franceses empiezan a recoger declaraciones de alcaldes franceses que dejan clara su postura: no se niegan a acoger refugiados sirios que estén amenazados por ISIS, pero pondrán todos los obstáculos a su alcance para evitar que los que no sean cristianos terminen por asentarse en sus municipios. Las razones, lejos de postulados racistas, se basan en la alarma social de sus vecinos ante los últimos atentados vividos en el país a manos de radicales islámicos.
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