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Lo bueno, lo malo y lo feo de la transición energética alemana

Immerath, a unos 90 kilómetros de Colonia, se volvió un pueblo fantasma. La campana de la iglesia ya no tañe ni se ven niños en bicicleta por sus calles. Sus antiguos residentes se llevaron, incluso, a sus muertos del cementerio. Debido a la expansión de Garzweiler, una mina de lignito a cielo abierto, los sobrevivientes han sido reubicados en Nuevo Immerath, a unos cuantos kilómetros del pueblo original. La suerte de la pequeña localidad es el retrato de los avances, retrocesos y contradicciones de la transición energética alemana.

| etiquetas: alemania , energía , electricidad , renovables , carbón

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