Antón, Elena, Iago o Uxía acaban de nacer en alguno de los hospitales gallegos. No vendrán precisamente con un pan debajo del brazo, aunque por renta reciban la Tarxeta Benvida de la Xunta con sus cien euros mensuales por un año. Esa ayuda, y cualquier otra, palidece, porque, recién llegados, como a cualquier otro, se les asigna un buen pellizco del endeudamiento público y privado que acumulamos entre todos. No han firmado nada, pero cada gallego, ellos incluidos, tocan a más de 37.000 euros de deuda.
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